El sector agrícola, según cifras de gobierno, creció un 7,7% en el último trimestre de 2018, convirtiéndose así en uno de los rubros con el mayor crecimiento económico del país. Sin embargo, detrás de esos números de bonanza, existen diversas realidades de producción. Una de ellas, por ejemplo, son las corporaciones y grandes empresas con la capacidad de invertir en tecnología e investigación para la optimización de sus procesos y levantar capitales nacionales y extranjeros para dichos fines. En otra vereda, están los pequeños agricultores que viven en zonas rurales, con limitada o nula capacidad en dichos temas, que comercializan sus productos a pulso.
En una zona intermedia a estas dos realidades, surge el cooperativismo, alternativa que durante muchos años fue vista como un modelo de negocios poco viable, pero que en la actualidad, debido a las prácticas del cooperativismo moderno, este prejuicio ha ido quedando atrás.
Gracias al cooperativismo moderno, pequeños agricultores que carecen de capacidades para producir a gran escala, al asociarse, acceden a soluciones tecnológicas que permiten aumentar la eficiencia de su negocio, generando una economía de escala. Además, este modelo permite mejorar la calidad de vida de los cooperados.
Todos estos beneficios son posibles gracias a la profesionalización de la gestión que se ha incorporado en las cooperativas. Gestión que responde a la capitalización de sus remanentes para la sostenibilidad del negocio, a un gobierno corporativo sólido que considera la participación de todos los estamentos, incluyendo a los cooperados, sin importar la cantidad de terreno o producción que posean -principio democrático, un cooperado un voto-, y a la toma de decisiones orientadas al mercado financiero, pero velando siempre por la creación de valor para los socios.
Por todas estas ventajas se hace necesaria la promoción e impulso del cooperativismo moderno en el sector agrícola. Afortunadamente, así lo ha entendido el actual Ministro de Agricultura, Antonio Walker, quien ha reivindicado el modelo como la vía para que pequeños agricultores crezcan y sean competitivos.
Desde las cooperativas valoramos enormemente el gran impulso que este modelo tuvo durante el 2018, sin embargo, creemos que aún hay muchos desafíos en los cuales debemos seguir trabajando.
Por esa razón adherimos al Foro Empresarial Cooperativo, con el objetivo de validar este paradigma, tanto en el mundo público como en el privado y fortalecer el desarrollo empresarial de las cooperativas para que éstas se conviertan en un referente para el desarrollo social y económico del país.
Columna de opinión – Claudio Barraza – Gerente General de CAPEL